Por A. Salvador.
1 de febrero de 2021.
Hoy entrevistamos a Carlos Rodríguez, abogado, emprendedor y socio fundador del Instituto de Emprendimiento Legal.
Siempre me ha encantado preguntar dónde empieza la aventura. ¿Cómo se inicia el Instituto de Emprendimiento Legal? ¿Por qué?
La aventura del Instituto de Emprendimiento Legal comienza algún tiempo después de haber decidido dar el paso y lanzarme a montar mi propio despacho de abogados y ver que, en muchos aspectos, no sabía ni por dónde empezar. Justo en ese momento, es cuando me di cuenta de que tenía conocimientos jurídicos suficientes para dar el paso (sabiendo por supuesto que nos encontramos ante una profesión de aprendizaje continuo), pero no tenía ni idea de emprendimiento ni de cuestiones vinculadas al modelo de negocio, a las ventas, al branding o al marketing. Aspectos, todos ellos que son clave para cualquier negocio, incluidos los despachos de abogados.
En ese momento, vi muy claro el déficit que a nivel formativo existe en España para los emprendedores: nadie les está enseñando a los jóvenes de nuestro país a emprender. Es más, me atrevería a decir que lo que aprendemos en la educación primaria, secundaria, bachillerato y en la universidad, en general, va siempre en otra dirección totalmente opuesta (el trabajo por cuenta ajena) y no tiene nada que ver con el emprendimiento. Y eso, es verdad que no solo es propio de la abogacía, pero a veces da la sensación de que el máximo objetivo profesional que existe para un abogado es serlo en un gran despacho, o bien llegar a ser juez, notario, o Abogado del Estado. Y eso, te lo dice alguien que ha trabajo en grandes firmas y que opositó durante un año a Abogacía del Estado.
Pero p.ej. ¿por qué en nuestro sistema educativo no se motiva desde pequeños a los estudiantes (y podríamos extrapolarlo a muchos sectores), no para trabajar en un gran despacho sino para que sean ellos mismos quiénes lleguen a crear el próximo gran despacho o la próxima aplicación legal o tecnológica del año? Actualmente no se valora la posibilidad de que alguien tenga las ganas y la valentía de querer empezar también su propio proyecto.
Precisamente, al darme cuenta a través de mi propia experiencia de todo esto y al ver que, en nuestro sector, nadie está enseñando todo aquello que es necesario para montar un despacho de abogados que pueda tener éxito en el S.XXI, decidí hacerlo yo. Para ello, reuní a un excelente equipo, repleto de personas súper cualificadas en sus respectivos ámbitos y juntos, nos enfrascamos en la creación del Instituto de Emprendimiento Legal. Un instituto que nace precisamente para suplir esa carencia formativa, y para poder ayudar a todos aquellos jóvenes abogados emprendedores e inconformistas, a que puedan dar con mayor seguridad, sus primeros pasos.
Navegando por vuestra página web, impacta vuestra filosofía. Mensajes muy directos como “¿Años estudiando leyes para acabar llevándole el café a tu jefe?” o “Queremos que rompas las cadenas que te atan al sistema”. Para ti, ¿Cuáles son las cadenas que deberían romperse en el sector de la abogacía?
Considero que la abogacía a fecha de hoy, es un sector todavía muy arcaico. Despachos de señores mayores con estanterías infinitas de libros detrás de su silla, clientes que se cierran en largas y extensas comidas, jóvenes abogados calentando la silla hasta altas horas de la madrugada, facturación por horas, choques generacionales con los socios de grandes despachos… el problema, para mi, se encuentra en la mentalidad de los despachos de abogados (incluso me atrevería a hablar de una cuestión cultural). Hace falta una renovación total y una bocanada de aire fresco que consiga modernizar nuestra profesión. Tenemos que huir de la imagen típica del abogado, dejar la corbata en el cajón y crear un modelo de despacho de humanos que ayuden a otros humanos (sean personas físicas o jurídicas). Y, sobre todo, debemos potenciar en nuestros jóvenes actitudes como: la tolerancia al riesgo, la resiliencia, la proactividad, la adaptabilidad, y la inteligencia emocional, para poder romper precisamente esas cadenas que aun nos atan a un sistema que no es propio del siglo en el que vivimos. Si rompemos esas cadenas, estoy convencido de que muchos jóvenes se atreverán a liderar nuevos despachos y eso posibilitará que este cambio (a mejor) que necesita la profesión, llegue mucho más rápido.
¿Crees que se está implantando en la abogacía joven la idea de un camino correcto a seguir? Un camino alejado del emprendimiento…
La realidad, es que siempre hemos sido parte de un camino reglado (en cierto modo podríamos hablar de una especie de camino de la rata profesional). Siempre hemos tenido muy marcados nuestros pasos a seguir sin tener que pararnos demasiado a pensar en los mismos (primero el colegio, después la universidad, hacer prácticas, encontrar un trabajo, etc.). Y ese es precisamente el origen del problema, que muchas veces no somos capaces de pensar por nosotros mismos, ya que hemos sido parte de un modelo educativo que nos ha enseñado a cómo ser buenos trabajadores y no a cómo ser buenos emprendedores. Y eso, tiene que cambiar, empezando por el colegio.
Como te decía en mi primera respuesta, el hecho de que exista ese déficit en la educación, y en la carrera universitaria, o el hecho de que el emprendimiento nunca se haya visto como una opción a plantearse antes de los 30 hace que, efectivamente, se esté implantando en nuestro país, un camino totalmente alejado del emprendimiento. Y eso provoca que nos encontremos ante un camino que busca crear trabajadores, en este caso abogados, que entienden que esa es la única opción y que están dispuestos a estar infinidad de horas sentados en una silla, renunciando a cualquier clase de conciliación de la vida laboral y familiar. Puestos a trabajar tantas horas, ¿por qué no hacerlo para uno mismo? Pues a día de hoy, creo que la respuesta es que, dado que no hemos sido educados para ello, dar el paso, da miedo.
Y está claro que algo estamos haciendo mal. El otro día, analizaba con detenimiento el primer Estudio sobre la Salud y el Bienestar de la Abogacía Española realizado en colaboración con el Instituto de Salud Mental de la Abogacía (ISMA). Del análisis de los resultados se desprende un dato inquietante: el 30% de los abogados no ejercería la misma profesión si pudiese volver a elegir. Es decir tres de cada diez abogados no volverían a serlo. Son números desastrosos para una profesión tan bonita como es la abogacía, y está claro que algo hay que hacer para revertir esos datos. Y, creo francamente, que está en las manos de los jóvenes abogados el cambiar este paradigma.
¿Desde tu punto de vista, el COVID-19 ha propiciado el emprendimiento en el sector legal?
El sentido común nos dice que emprender en tiempos de crisis parece, de entrada, una decisión poco acertada y llena de riesgos. A la incertidumbre inherente al emprendimiento, se le añade la información y las noticias que diariamente nos llenan de miedos y disminuyen las expectativas de quiénes piensan en la idea de emprender: noticias negativas sobre la situación económica general, cierres de empresas, aprobación de expedientes de regulación de empleo, engrosamiento de las listas del paro…
Sin perjuicio de lo anterior, las anteriores crisis (y esta no será una excepción) han puesto de manifiesto la adaptabilidad del ser humano en casos de extraordinaria necesidad a cualquier circunstancia. Siempre dicen que, en tiempos de crisis, nacen nuevos proyectos (a veces, porque no queda más remedio). Yo estoy convencido de que con el talento que hay en España y tras tantas horas de confinamiento, habrán nacido en nuestro país ideas con mucho potencial. De hecho, el Instituto de Emprendimiento Legal es una idea que nació precisamente en el primer confinamiento del pasado mes de marzo.
Entonces, para dar una respuesta concreta a la pregunta, yo te diría que sí, pero más por una cuestión de necesidad que de convicción. No obstante, si las herramientas de nuestro sistema educativo fueran otras, estoy convencido de que mucha gente que aún no se atreve a dar el paso, sí lo daría.
¿Cuáles son los principales miedos en el momento de saltar de grandes despachos y volar sólo?
Francamente Alexander, no puedo decirte uno sólo. Como es lógico, el emprender y desmarcarte de lo común, conlleva una infinidad de miedos que te van acompañando durante todo el camino. Algunos desaparecen, otros vienen con el tiempo, otros vuelven a aparecer. Si tuviera que relatarte el primero, sería sin ninguna duda, el miedo a salir de la zona de confort. Es decir: el miedo a lo desconocido, el miedo a empezar algo y que salga mal o el miedo a no saber ni por donde empezar. Para levantar un despacho desde cero, tuve que hacer cosas que ni siquiera me había planteado nunca que debería hacer o que sería capaz de hacer. Pero es que si quieres crecer como emprendedor (aunque me atrevería a decir que también es necesario para el desarrollo personal), debemos ser capaces de afrontar el miedo y atrevernos a hacer (en todos los ámbitos) cosas que no hayamos hecho nunca antes.
Y una vez has empezado, temerás sin duda equivocarte con el modelo de negocio, no saber encontrar qué es eso que te hace diferente o a comprometerte con gastos (por poner algunos ejemplos). Sin duda, yo también he pasado por todos ellos (y más), y precisamente por esa razón es por la que nace el Instituto de Emprendimiento legal, para ayudar a todos aquellos abogados y abogadas que realmente quieran emprender a que puedan superar esos miedos iniciales y darles las herramientas que se necesitan para empezar un despacho de abogados propio con buen pie.
¿Y los errores más comunes?
Yo siempre digo que de los fracasos se aprende. Un fracasado/a, no es la persona que persiguiendo lo que quiere no tiene éxito a la primera o a la segunda, es quién renuncia de primeras a lograr lo que realmente quiere. Yo mismo he fracasado varias veces (sin duda a mi me gusta más hablar de intentos que de fracasos), y aquí sigo, aprendiendo cada día. Precisamente todos esos errores que ya he cometido, son los que me han traído hasta el punto en el que estoy hoy. Podría decirte que, para mí, uno de los principales errores que las personas al emprender es no ser conscientes (y es normal que así sea) de “la montaña rusa emocional” que supone embarcarse en un proyecto desde cero.
Otro error, y permite Alexander que sea muy franco, es no tener madera de emprendedor. Aunque sea duro es así, no todo el mundo sirve para emprender. Tienes que tener una actitud determinada y ser capaz en el día a día de trabajar duro, ser tenaz y disciplinado (esto último es fundamental) sin que nadie te lo pida (solo tú mismo). Y sobre todo no debemos perder nunca de vista una premisa clara: que un negocio no vaya a buen puerto no es un fracaso, forma parte del proceso de aprendizaje para que el siguiente negocio salga mejor.
También te diría que otro de los errores más comunes, es, seguramente, el querer correr demasiado y lanzarse al mercado sin haber estudiado en profundidad el nicho de mercado al que el despacho quiere dirigirse y la competencia que existe en dicho mercado. Sin ese trabajo bien hecho, no puede haber una propuesta de valor que te diferencie de la competencia. Y, sin esa propuesta bien definida, las acciones de branding y de marketing, nunca conseguirán los resultados que uno espera, pues el problema está en el origen.
Ese es para mi el paso al que inicialmente hay que dedicarle todos los esfuerzos para, inmediatamente después de haber hecho ese trabajo inicial, validar ese trabajo o “hipótesis” con el mercado de manera progresiva por la vía de la iteración y la mejora constante (algo que se conoce en el mundo del emprendimiento como “lean startup”), empezando primeramente con “un prototipo de despacho” o como a mí me gusta llamarlo: el “despacho mínimo viable”.
¿Desde el Instituto de Emprendimiento Legal que proponéis para que el despegue sea exitoso?
Si te dijera que tenemos la clave del éxito te mentiría, no hemos venido a vender humo. Lo que pretendemos con la creación del Instituto de Emprendimiento Legal es cubrir un vacío formativo y ayudar a los abogados y abogadas emprendedores a dar sus primeros pasos. Nuestra fórmula consiste en explicar a través de las 54 clases teórico prácticas que actualmente conforman el Programa de Formación Acelerada en Emprendimiento Legal, durante un tiempo de 4 meses, las claves y las herramientas que son necesarias para que un despacho de abogados pueda funcionar sin necesidad, además, de invertir inicialmente grandes cantidades de dinero.
Con dicho programa, muchos abogados y abogadas podrán aprender cosas que no se nos han enseñado en la carrera y que tampoco se aprenden en el ejercicio diario de la abogacía en sentido técnico y que como comentaba antes, pueden ir desde el branding al marketing, pasando por la creación de una página web propia, la creación de contenido en redes sociales, la venta de un producto (en nuestro caso servicios) o la adquisición de nociones básicas de recursos humanos que son necesarias para cualquier proceso de contratación de personal, con el fin de a medio plazo, crear un muy buen equipo de trabajo que acompañe al emprendedor a lo largo del camino y con el que el proyecto pueda crecer.
¿Cuál está siendo el feedback a fecha de hoy?
La realidad es que estamos muy contentos y abrumados con la buena acogida que el Instituto está teniendo. Tenemos ya a muchísima gente apuntada en la lista de espera del programa que se va a lanzar el próximo mes de febrero. Y, paralelamente, estamos recibiendo muchos mensajes, incluso de gente que no ha estudiado derecho, preguntando si el Instituto les podría ayudar también a ellos a enfocar su modelo de negocio o sus estrategias de emprendimiento.
Además, el próximo día 2 de febrero a las 19:00 de la tarde, impartiremos (en este caso yo mismo) el primer “webinar” del Instituto, en el que hablaremos precisamente del miedo a emprender. Un “webinar”, que está teniendo una acogida increíble y al que invitamos a todos los abogados y abogadas que tengan una mínima inquietud por la idea de emprender a que participen. Es gratuito, aunque las plazas son limitadas.
Así que la verdad, y hablo en nombre de todos los miembros del equipo, no podemos más que dar las gracias por la gran acogida que el sector nos está brindando.
¿Casos de éxito?
En lo que a casos de éxito se refiere, la realidad es que, a fecha de hoy, no podemos exponer ningún caso de éxito externo, por cuanto la primera edición del programa aún no ha tenido lugar. No obstante, creemos en la calidad del contenido que hemos creado y que, con el mismo, muchas personas podrán tener sin duda, mejores herramientas, para primero atreverse y después hacer viable sus propios despachos de abogados.
Ahora bien, sí tenemos un caso de éxito interno, que es Legal Tag Abogados, el despacho que yo mismo dirijo y que ha servido de base para la creación de este programa. Pero que sea un caso de éxito, no significa que el objetivo del programa sea crear despachos iguales al mío propio. Eso sería un completo error. Cada proyecto tiene su propia personalidad y esencia y cada uno de nosotros, debe ser capaz de encontrarlas y sacarlas a relucir. Lo que queremos precisamente, es ayudar a muchos abogados y abogadas a que puedan hacerlo en sus propios proyectos, dándoles las herramientas adecuadas a tal fin.
El ejercicio de la abogacía y lo que ello implica (i.e., constituir una SLP, darse de alto como autónomo, etc.), ¿es una asignatura pendiente en Facultades y Másteres de Derecho?
Totalmente. En relación con lo que he expuesto en la primera respuesta, francamente considero que en España existe un gran déficit a nivel formativo para los emprendedores. Aunque quizás estos temas que expones en tu pregunta son los que, para un abogado, a priori, pueden resultar más fáciles de asimilar (mucho más difíciles resultan a priori p. ej. para un arquitecto o médico). Ahora bien, eso no obsta para que, al ser cuestiones tan concretas, muchas veces se nos haga un mundo el tener que enfrentarlas.
Voy a contestar a tu pregunta con otra pregunta: ¿alguien puede entender que en el Máster de Acceso a la Abogacía (un máster precisamente creado para validar el ejercicio de la profesión y poder colegiarse) un estudiante salga del mismo sin saber todo lo necesario para establecerse al día siguiente (si así lo desea) como abogado por cuenta propia para ejercer libremente la profesión? ¿Para qué sirve el Máster entonces?
Se necesitan muchas nociones para poder triunfar como abogado por cuenta propia que van más allá de lo estrictamente jurídico. Esa parte, un cliente muchas veces la va a dar por sentada (los conocimientos jurídicos y la capacidad técnica, pueden marcar la diferencia con el paso del tiempo, pero nunca al principio) ¿Pero de qué sirve ser el mejor abogado del mundo si no eres capaz de hacer que tus clientes potenciales te conozcan? No obstante, vuelvo a insistir en lo que decía al principio, el déficit formativo en materia de emprendimiento pasa en todos los sectores, no sólo en el legal. Y eso, solo lo resolverá una reforma educativa de calado, que piense no en una legislatura (como hacen muchas veces los partidos políticos) sino en una o varias generaciones.
Qué interesanet y cuánta razón!!